La actual crisis del COVID-19 ha puesto en guardia todos los recursos disponibles del sector público y privado para combatir la pandemia mundial.
Más allá del histórico volumen de recursos públicos movilizados por el Gobierno en el Consejo de Ministros celebrado el pasado martes 17 de marzo, el sector de la salud se moviliza, en todos los frentes, para frenar la agresiva expansión del virus. La meta: reducir el número de contagios y salvar el mayor número de vidas posible.
Sin saberlo, hemos iniciado dos carreras a contrarreloj: (i) dotar de recursos humanos y materiales al sistema sanitario para evitar su colapso y (ii) desarrollar una vacuna que acelere la inmunización de la población.
En primer lugar, el Ministerio de Sanidad, de acuerdo con lo dispuesto en la Orden SND/232/2010, de 15 de marzo, maniobraba ya para incorporar/reincorporar al Sistema Nacional de Salud a aquellos profesionales jubilados, en formación o sin plaza y poder dotar, así, a los centros sanitarios de toda España con, entre 30.000 a 50.000, profesionales sanitarios.
El sector asegurador de la RC sanitaria no se ha querido quedar atrás y ha dado respuesta a la problemática que, desde la óptica de la responsabilidad civil, supone la incorporación de profesionales sanitarios no asegurados o con coberturas no adaptadas al ejercicio diario de la práctica asistencial.
Así, la aseguradora SHAM (Société Hospitalière d’Assurances Mutuelles), principal aseguradora de RC sanitaria pública de España, ha decidido ofrecer una cobertura de RC profesional gratuita a aquellos médicos que se incorporen al servicio con motivo de la situación de pandemia actual.
La decisión adoptada por SHAM responde al ofrecimiento efectuado por varios Colegios Oficiales de Médicos de España para garantizar la colegiación gratuita de médicos sin actividad o que estén preparando el MIR. La cobertura de RC ofrecida por SHAM, de manera gratuita, será temporal y de acuerdo con los límites y alcance diseñado por la Compañía.
Por otro lado, en la carrera por encontrar una vacuna eficaz, la segunda de las carreras a contrarreloj que hemos iniciado sin saberlo, la Organización Mundial de la Salud (“OMS”) está coordinando el mayor “ensayo clínico” (permítasenos la licencia en la terminología) de la historia de la Humanidad.
A su vez, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (“AEMPS”) ha dado “luz verde” a dos ensayos clínicos internacionales en fase III con remdesivir, molécula desarrollada por el laboratorio GILEAD y ya utilizada en la investigación de la vacuna contra el ébola. Estos dos ensayos clínicos están destinados a pacientes con una manifestación de la infección en grado moderado o grave.
Del mismo modo, la AEMPS ha autorizado la realización de otro ensayo clínico a partir de la molécula darunavir, popularmente conocido como PREZISTA®, fármaco utilizado en la lucha contra el VIH; este ensayo clínico tiene como misión explorar la potencialidad que pudiera tener el darunavir para frenar la transmisión del temido COVID-19.
Además, la AEMPS se encuentra desarrollando “protocolos pragmáticos” en colaboración con la OMS y la EMA (“European Medicines Agency”), denominación que reciben aquellos en los que se prima la información relevante de la práctica clínica habitual sobre la evidencia científica contrastada (lo que no quiere decir que carezcan de base científica), al objeto de ampliar el arsenal terapéutico-asistencial, en momentos de sobrecarga crítica del sistema.
El sector salud se moviliza en todos los frentes y hace progresos diariamente, en una gran carrera a contrarreloj en la que vivimos desde finales de diciembre de 2019, cuando las primeras noticias sobre una “misteriosa neumonía” empezaron a llegar desde China.
El paso del tiempo terminará por confirmar lo que es, ya, una movilización histórica de toda la Humanidad a favor de un mismo objetivo: ganar al virus.
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